24 abr 2007

METEORA, tocando el cielo. (Abril 2007)



En la Grecia central en la región de Tesalia, surgen unas rocas oscuras, encima de las cuales se construyeron en el s. XIV, unos monasterios bizantinos, que por motivos defensivos y de vida ermitaña, un grupo de 
hombres y mujeres, dedicaron su vida al rezo y al trabajo.

En un principio la única manera de acceder a los monasterios era con cestos, que lanzaban desde arriba y los lugareños, les subían las provisiones. Con el tiempo, se han construido escaleras y puentes, que hacen posible la visita a los monasterios.
Hoy día, viven del turismo que llega hasta allí y se dedican a la pintura de iconos y venta de souvenirs.
Hubo hasta veinte monasterios, pero sólo quedan seis en funcionamiento. Nosotros visitamos tres: El Gran Meteoro (Metamorfoseon), Agios Stefanos y Agios Triada (de monjas).
Bajando desde Delfos, entramos en la llanura de Tesalia. El paisaje va cambiando lentamente y pasamos por Termópilas, paso inevitable entre el sur y el norte de Grecia. Aquí tuvo lugar, la batalla de las Termópilas (fuentes calientes) entre griegos y persas.
Hoy día, se ha estrenado la película:
300, que cuenta los avatares del suceso.
Llegamos a Kalambaka, el pueblo más cercano a los monasterios de Meteora. Cominos en el estaurante Agionakis: Sepia con espinacas y vino retsina. Bien.


Casualmente, nos contó el guía Iordanis, ayer estuvo cenando aquí el ex-rey de Grecia, Constantino.

A continuación, hicimos la visita a los monasterios, que nos gustaron bastante, por su ubicación, el interior y las construcciones en arte bizantino.
Paseo por Kalambaka, ciudad que vive del turismo y tiene
un par de iglesias bizantinas interesantes, destacando la de la Asunción de la Virgen, con una torre-reloj del s. XI. y con frescos pintados en su interior.




Nos alojamos en el hotel Divani Meteora, de 4 ****, lujoso y bien equipado.





1 comentario:

Anónimo dijo...

Meteora me ha impresionado y... es cierto que... a menudo, cuando pienso en ella sigo soñando... con su porte majestuoso y erguido; con su firmeza desafiante y misteriosa. Es que... es tan naturalmente monumental... Después del esfuerzo de alcanzar su cumbre... como bien dices, Txema, es verdad que se toca el cielo.