Hace más de 2000 años, el primero de los magníficos templos de Ajanta fue excavado directamente en las rocas volcánicas del río. En series de períodos creativos a lo largo de los siglos, el resto de cuevas fueron decoradas con cientos de pinturas y bellos murales con escenas de las vidas de Buda y la cosmología budista (sus reencarnaciones).
Casi todos los templos murales de la India desaparecieron hace tiempo, sólo los de Ajanta han sobrevivido en la oscuridad de las cavernas. Para preservar su conservación, no se permiten fotografías con flash.
La importancia artística de las cuevas de Ajanta se debe a que son la única muestra de pintura de la antigua India, no ocurre lo mismo con la arquitectura o la escultura.
Volamos de Mumbai hasta Aurangabad, ciudad desde la que nos trasladamos a Ajanta, distante unos 30 Kms. Al entrar en el recinto, había que tomar unos autobuses, supuestamente ecológicos, ya que no permitían la entrada a ningún vehículo.
Ascendimos desde el lecho del río, por un camino en buen estado. Los vendedores de souvenires y los porteadores estaban al acecho del turista. Excavadas en roca, la perspectiva panorámica nos ofrecía una sucesión de cuevas escalonadas, que formaban un semicírculo.
La visita fue interesante, aunque algunas cuevas por su iluminación, dejaban mucho que desear.
Comimos en el único restaurante, que había en el recinto. Estaba administrado por funcionarios del gobierno (ministerio de turismo del estado de Maharastra). El menú era único y la cerveza valía lo mismo que la comida (unas 100 rupias: 2 €).
Regresamos a Aurangabad, haciendo una parada en el camino, visitando un mercado en un pueblo.
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