La isla de Skye y el resto de Hébridas Exteriores concentran el paisaje más genuino del litoral de las Highlands (Tierras Altas de Escocia).
Allí donde las Highlands se asoman al Atlántico, las islas Hébridas emergen con su particular escenografía, confirmando la ilimitada capacidad de seducción de Escocia. De todas, Skye es especialmente espectacular. La llamada «isla de la bruma» encarna un baño de verdes colinas estriadas por los azules de rías y lagos marinos (lochs), y contorneada por una interminable sucesión de acantilados y bahías.
Ubicada en el noroeste de Escocia, la isla de Skye es la mayor de las Hébridas Interiores, y está conectada a la costa occidental por el puente de Skye y por los ferrys de Mallaig y Glenelg. Tranquila en invierno, destino turístico en verano; y, durante todo el año, uno de los lugares imperdibles para disfrutar de la naturaleza escocesa.
Aunque es la mayor localidad de la isla de Skye y su principal centro turístico y cultural, Portree, con poco más de 2000 habitantes (una cifra que se duplica en verano), tiene aire de pueblecito.
Pasea por sus calles y pronto llegarás al rincón más especial, el alegre puerto, resguardado al pie de un acantilado. De las fachadas de colores del muelle escapa el olor de fish & chips, y en las tranquilas aguas de la bahía flotan embarcaciones privadas y comerciales, que anuncian avistamientos de focas y delfines.
Para visitar la isla, la ruta más interesante es seguir la carretera a lo largo de la costa de la península Trotternish. Sólo conduciendo en torno a ésta, saliendo desde Portree, requiere un largo día y tener buena suerte con el tiempo.
Hay que visitar: Nest Point, Quiraing, la zona de Kilt Rock, monolito de Old Man of Storr, etc.
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