Poner un pie en Pekín, la capital de China, es ponerlo en la única de las antiguas civilizaciones que ha sobrevivido al implacable, invencible y despiadado transcurso del tiempo. Incas, aztecas, mayas, egipcios, fenicios, persas, griegos, romanos, todos se extinguieron o se diluyeron en la evolución del mundo, menos China, la añeja cuna de la cultura...
...asiática, viejo centro de los grandes descubrimientos y madre de la filosofía oriental. La hermética y recelosa cultura china sólo incorporó dos elementos extranjeros: el budismo y el marxismo. Ni siquiera el alfabeto o el sistema numérico árabe atrajeron a sus intelectuales, quienes prefirieron conservar, y así ha sido hasta hoy, los casi 20.000 ideogramas que conforman su escritura.
EL CENTRO DEL MUNDO. Pekín es enorme, colosal, inabarcable. Harían falta meses para recorrerla y descubrir todos sus rincones. Pero lo que el viajero pueda ver en sus pocos días de travesía es suficiente para imaginar, y tan sólo imaginar, la ambición y la riqueza de una civilización que se ha visto siempre a sí misma –y no con la arrogancia de Europa sino con un sabio silencio– como el centro del mundo. Porque eso significa China (Chung wo): el «país central». Y Pekín es su corazón.
Lugares a visitar:
- La Ciudad Prohibida. El recinto imperial, construido entre los siglos XIV y XV, constituye, como bien indica su nombre, toda una ciudad y es, una vez más, inabarcable. Cientos de tejados se superponen a nuestros ojos sin alcanzar nunca el horizonte. Ya debía de ser grande para dar cobijo a las 900 esposas que llegó a tener uno de los emperadores. El escenario, de rojo chillón combinado con oro, derrocha lujo y opulencia. Kilómetros y kilómetros de mármol cubren el suelo ya desgastado; grandes esculturas en jade decoran las cámaras y los pequeños puentes que unen las diferentes residencias están tallados con elegancia. En el interior de una de las salas se exponen los trajes imperiales: una gran variedad de piedras preciosas y nácar incrustan los tejidos de seda bordados en oro. Aunque se trate del lugar más turístico de la ciudad, sin duda merece la pena visitarlo, pues es más que un edificio: es el símbolo de todo un imperio que ha sido infravalorado por Occidente. Para motivarse, recomiendo ver la película “El último emperador” de Bertolucci.
- La plaza de Tiannamen. Para entrar en la Ciudad Prohibida hay que pasar por la plaza de Tiananmen. Es como si el régimen comunista hubiera necesitado reafirmarse ante un monumento (Patrimonio de la Humanidad) que ha decidido –o concedido– conservar. Lo mismo ocurre con otros patrimonios, como la Torre del Tambor, los pocos templos que quedan o el mausoleos imperial, que aún no consigue atraer ni la cuarta parte de las visitas que tiene el de Mao Zedong.
- La Gran Muralla. Sin duda de una visión sobrecogedora, Pekín cuenta con tan sólo una parte de ella, que en su totalidad se extiende a lo largo de 7.000 kilómetros (visibles desde la luna); sin embargo resulta fascinante calibrar el trabajo que supuso levantar semejantes piedras en lo alto de las montañas. Sólo una gran civilización o un gran imperio pudo haber aspirado a tamaño proyecto. Y no en vano es una de las Siete Maravillas del Mundo. La Gran Muralla es, más allá de los tópicos, una obra descomunal que, desde la sencillez, deja entrever el deslumbrante y complejo tejido de una de las grandes culturas de la humanidad.
- El Palacio de Verano. En las afueras de la ciudad, es uno de los más maravillosos lugares de Pekín, con el parque y el Lago Kunming atravesado por un puente de 17 arcos.
- Las Tumbas Ming están situadas a unos 50 kilómetros de Pekín. En ellas están enterrados trece emperadores de la dinastía Ming así como 23 emperatrices, cortesanos y concubinas de la corte. Necrópolis que ocupa una extensión de más de 40 km², declarada en 2003, Patrimonio de la Humanidad.
Durante el periodo de la dinastía Ming existía la creencia de que, una vez muerta, una persona seguía teniendo las mismas necesidades que cuando estaba viva. Por eso las tumbas están construidas como si se tratara de palacios. En las tumbas se han encontrado más de 3.000 objetos diversos, muchos de ellos de uso cotidiano como vestidos de seda o adornos fabricados en oro, plata o jade.
- Templo de Cielo es el mayor templo de China. Se erigió para agradecer las cosechas. En 1998, se declaró Patrimonio de la Humanidad. Está situado en el parque Tiantan Gongyuan, al sur de Pekín. El Templo del Cielo es en realidad un conjunto de edificios: al norte se sitúa el Salón de Oración por la Buena Cosecha; al sur, el Altar Circular y la Bóveda Imperial del Cielo.
El conjunto está rodeado de una muralla interior y otra exterior formadas por una base rectangular que significa la tierra y rematadas con formas redondeadas para simbolizar el cielo. Las murallas dividen el recinto en dos zonas: la interior y la exterior.
En mi visita a Pekin o Beijing, fuimos a comer el pato laqueado, plato típico de Pekín, cuya preparación es: Se toma un pato vacío en su interior (es decir, sin las vísceras) al que previamente se le han tapado todas las aberturas y se infla hasta que se asemeja a un globo, de esta forma se separa la carne de la piel y se fríe. Tras esta operación se recubre la parte exterior de melaza, de esta forma adquiere el color oscuro característico del plato. La carne es asada durante un largo periodo de tiempo (puede llegar a una hora) y la grasa se va fundiendo lentamente dando a la parte exterior un aspecto crujiente.
También, me llamaron la atención los karaoke, que en China tienen otro significado, no para cantar como en Europa, sino de intercambio sexual.
El tomar un taxi desde el hotel para ir a la plaza Tiannamen es toda una aventura, para comunicarte con el taxista, pero generalmente lo toman con buen humor y es divertido.
Y ésta es mi pequeña crónica de mi visita a Pekín.