Java , con una superficie de 132.000 km2, tiene una población de 114 millones de habitantes, la isla más poblada del mundo y una densidad de casi 1000 personas por Km2.
De origen volcánico, contiene 38 montañas cuya forma cónica característica indica que en un tiempo pasado fueron volcanes activos. El volcán más famoso para visitar es Volcán Bromo en el Este de Java.
La capital es Yakarta, carente de atractivo turístico, se utiliza como punto de llegada y salida a las diferentes islas.
La capital cultural es la ciudad de Yoghiakarta. La ciudad es conocida por ser un centro del arte clásico y de cultura javanés tales como batik, danza y marionetas.
En el centro de Yogyakarta se encuentra el Kraton, o el palacio del Sultán. Todavía existen ruinas de las propiedades del sultán como las Murallas y el Castillo de Agua Tamansari construido en 1758 como un jardín de recreo.
Pero, lo más interesante y digno de visita es:
Borobudur, una estupa y el monumento budista más grande del mundo. Está ubicado a 40 kilómetros al noroeste de Yogya. Fue construido entre los años 750 y 850 por los soberanos de la dinastía Sailendra.
El nombre se traduce como "el templo budista en la montaña". Está decorado por 2.672 paneles de relieve y 504 estauas de Buda.
El monumento es un santuario y lugar de perenigración budista.
El monumento es un santuario y lugar de perenigración budista.
Borobudur fue abandonado tras el s. XIV con el ocaso de los reinos budistas e hindúes en Java, y la conversión de los isleños al Islam. Fue descubierto en 1814 por Thomas S. Raffles, gobernador británico de Java. Desde entonces, Borobudur ha sido conservado mediante numerosas restauraciones. En 1982 fue nombrado Patrimonio de la Humanidad. Borobudur está construido como una gran estupa (sepulcro de Buda), y cuando es visto desde arriba toma la forma de un mándala budista, representando simultáneamente la cosmología budista y naturaleza de la mente. Tiene nueve plataformas, de las cuales las seis inferiores poseen forma de cuadrado y las restantes circulares.
Nuestra visita al templo de Borobudur fue muy agradable, sin demasiados turistas, pero con nativos indonesios, sobretodo estudiantes, que querían comunicarse con nosotros, hacerse fotos, etc.
Al regreso al bus, los vendedores ambulantes nos machacaron sin piedad, para la compra de souvenirs.
A pesar de todo, Borobudur es un lugar con el que siempre soñaste en visitar, por las fotos vistas. Al llegar allí, no decepciona en absoluto, todo lo contrario es un sitio en el que se puede "tocar" la espiritualidad.
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