22 may 2019

LECCE, capital del Salento: La Florencia del Sur.

El tacón de la bota de Italia es Salento, encajonado en las aguas claras de los mares Adriático y Jónico, donde altos acantilados, esculpidos por el mar, se alternan con costas arenosas, verdes extensiones de vegetación mediterránea y pequeños edenes alcanzables solo por mar.
Un viaje en el territorio de Lecce es un viaje en el tiempo, desde la atmósfera prehistórica a la civilización rupestre, de las arquitecturas medievales al barocco leccese, de las antiguas tradiciones a las habilidades de los maestros artesanos.

En una llanura a los pies de la meseta de Salento se encuentra Lecce, la Florencia del sur, una de las ciudades más interesantes de la región por su fisonomía arquitectónica típica del siglo XVII.
De orígenes muy antiguos, la ciudad tuvo dos momentos particularmente florecientes: el de la época romana y el del Reino de Nápoles. Justamente en este periodo hubo un gran desarrollo en la construcción de edificios, monumentos y palacios señoriales caracterizados por una lujosa y rica escenografía decorativa que hizo merecer a esta arquitectura la definición de barocco leccese. El fantasioso y minucioso trabajo de escultura fue facilitado por el empleo de la piedra local, dúctil y fácil de incrustar.

Se puede iniciar la visita de Lecce por la Plaza de la Catedral, en un tiempo utilizada como ciudadela fortificada y hoy en día considerada el lugar más elegante de la ciudad. La grandiosidad de la Catedral, obra de Zimbalo, Cino y Penna, el alto campanario de cinco plantas, el Palacizo Vescovile y el Palacio del Seminario marcan el perímetro de la plaza, una de las obras monumentales que mejor representan la magnificencia del estilo de Lecce.


 Cerca se encuentra la Plaza San Oronzo que encierra, en su perímetro, la historia de la ciudad. Son testimonio de la época romana los restos del Anfiteatro, que en verano se convierte en escenario de representaciones teatrales y, en parte, la alta columna -que en su cumbre lleva la estatua de bronce del Santo en acto de bendecir- erigida el siglo V utilizando una de las columnas romanas procedentes de la antigua via Appia.
 Símbolo de la época del Renacimiento es el Palacio del Seggio, conocido como el Sedile, hoy utilizado para importantes exposiciones de arte, y la Iglesia de Santa María de las Gracias que custodia frescos y obras de madera.

 Detrás de la plaza está el Castillo de Carlos V, típica construcción defensiva que al rigor del aspecto exterior contrapone, en el interior, el estilo refinado de las arquitecturas señoriales.

 Imponente y majestuosa es La Puerta Rudiae, coronada por las estatuas de San Oronzo, Santa Irene y San Domenico y con dos pares de columnas colocadas a los lados del arco central, que da paso a la Iglesia del Rosario, impactante por la fantasía artística de su gran fachada.
 No se debe dejar de visitar la Basílica de Santa Cruz, donde la inspiración de los maestros pedreros se plasma en cada detalle de la monumental fachada que anticipa las bellezas del interior, un equilibrio armonioso entre la sobriedad de lo clásico y la fastuosidad del barroco leccese.


 En Lecce, tuvimos ocasión de degustar las famosas orecchietes, típicas del Salento. Se conoce como Orecchiette un tipo de pasta de trigo italiana muy típica en Puglia (Apulia), región del sureste de Italia, su nombre viene de orecchio (oreja) y  se debe a su forma, pues son como pequeñas orejitas.

Lecce, la ciudad que inventó un estilo barroco propio.

Un centenar de palacios, la catedral y su gran plaza, un anfiteatro romano y callejuelas para perderse en una ciudad italiana entre los mares Jónico y Adriático.




+ INFO:  http://senderositalianos.blogspot.com/2014/08/lecce-la-florencia-del-sur.html

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