Salimos de Damasco en dirección a Bosra, pero antes visitamos la mezquita chiita de Ruqqaia, erigida para honrar a Hussein de Kerbala (fundador de la secta chiita musulmana). De color azul, cúpula en forma de cebolla y las mujeres con velo negro.
Con la fé y entrega en las oraciones, que tenían los fieles, me parecía estar en Irán.
Llegamos a Bosra, capital romana de la provincia de Arabia, con una ciudadela amurallada y un magnífico anfiteatro romano con cabida para 15.000 espectadores. Ha sido declarada ciudad Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Paseando por la ciudadela, se pueden ver los baños, un arco nabateo, las mezquitas de Fátima y de Omar,la catedral y la piscina de los peregrinos.
Te intentan vender monedas romanas “auténticas”, llevándote a la trastienda y haciendo el paripé que son una reliquia y no se pueden sacar del país.
De todas formas, pasear por Bosra es muy interesante, admirando sus ruinas.
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