Laos, conocido como el País del Millón de Elefantes (Lan Xang), no tiene salida al mar. Sin embargo, el río Mekong es la columna vertebral del país, pues le sirve de autopista y principal vía de comunicación y frontera con el poderoso vecino de Tailandia.
De religión budista, rama theravada, con miles de pagodas por todo el país, monjes rezando y pidiendo limosna, gentes con la sonrisa en la boca y una naturaleza, aún no demasiado castigada por el progreso, hacen de este país, un tranquilo rincón para disfrutar del paraíso en la tierra (Así lo entendió el tristemente famoso Roldán que se escondió aquí).
La gastronomía tiene influencia francesa (tiempos de la colonia), las baguettes son muy buenas, el arroz, el pescado del Mekong, tienen excelentes verduras y frutas (usan mucho el coco, de sazonador), la cerveza Beer Lao y el whisky de arroz (Lau Lau). Por tanto, si tienes dinero, no pasarás hambre en Laos.
Para recorrer este hermoso país, se puede empezar por Vientiane, la capital, que ofrece cosas interesantes, por carretera hacia Vang Vieng, llegar hasta Luang Prabang, la perla de Laos y remontar el río Mekong, hasta el Triángulo de Oro.
Antes de que se contamine por el turismo, el progreso y la vida moderna, os animo a que visitéis este remanso de paz, que es Laos.
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